Esta semana, del 18 al 25 de enero, la Iglesia está celebrando la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos. El tema central para la reflexión de este año, es la cita de Corintios "¿Es que Cristo está dividido?"
En el hemisferio norte esta semana se celebra tradicionalmente del 18 al 25 de enero. Estas fechas fueron propuestas en 1908 por Paul Watson para cubrir el periodo entre la fiesta de san Pedro y la de san Pablo, que tienen un significado simbólico. En el hemisferio sur donde el mes de enero es tiempo de vacaciones de verano, las Iglesias frecuentemente adoptan otra fecha para celebrar la semana de oración, por ejemplo en torno a Pentecostés (sugerido por el movimiento Fe y Constitución en 1926), que representa también otra fecha simbólica para la unidad de la Iglesia.
Durante estos primeros meses de pontificado de Francisco, hemos visto como el Santo Padre ha insistido en varias ocasiones sobre el camino a seguir para el ecumenismo y la importancia que este asunto tiene para él.
“Por mi parte, deseo asegurar, en la estela de mis predecesores, mi firme voluntad de proseguir el camino del diálogo ecuménico y doy ya las gracias al Consejo Pontificio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, por la ayuda que continuará ofreciendo, en mi nombre, por esta noble causa. Y os pido que llevéis mi cordial saludo y la seguridad de mi recuerdo en el Señor Jesús a las Iglesias y comunidades cristianas que representáis aquí, y que recéis por mí para que pueda ser un Pastor según el corazón de Cristo".
Con estas palabras se dirigió Francisco a los delegados fraternales de Iglesias, Comunidades Eclesiales y Organismos Ecuménicos Internacionales, Representantes del pueblo hebreo y de religiones no cristianas, que vinieron a Roma para la celebración del inicio oficial de su ministerio de Obispo de Roma y sucesor de Apóstol Pedro.
También en el mensaje a la Asamblea Ecuménica Internacional que se realizó en Corea del 30 de octubre al 8 de noviembre, expresó su deseo "de que esta Asamblea contribuya a un nuevo impulso de vitalidad y visión por parte de todos los comprometidos con la causa sagrada de la unidad cristiana, en la fidelidad a la voluntad del Señor para su Iglesia y en la apertura a las inspiraciones del Espíritu Santo".
Y en los varios encuentros que ha tenido durante estos meses, Francisco se ha reiterado en esta idea.
El pasado 21 de octubre, se reunió con una delegación de la federación luterana mundial y a los miembros de la comisión luterano-católica por la unidad. En este encuentro, Francisco señaló que "me parece realmente importante para todos el esfuerzo de encontrarse en diálogo sobre la realidad histórica de la Reforma, sobre las consecuencias y sobre las respuestas que se dieron a la misma". Así como destacó que "católicos y luteranos pueden pedir perdón por el mal causado los unos a los otros y por las culpas cometidas delante de Dios, y juntos regocijarse por la nostalgia de unidad que el Señor ha despertados en nuestros corazones, y que nos hace mirar adelante con una mirada de esperanza".
En su encuentro con Tawadros II, papa de Alejandría y patriarca copto de la sede de San Marcos, en el mes de mayo afirmó que "será la oración, el diálogo y la voluntad de construir una relación, los elementos que permitirán de dar los pasos necesarios hacia la plena unidad".
Durante el encuentro del Santo Padre con el Comité Católico para la Colaboración Cultural con las Iglesias Ortodoxas y las Iglesias Ortodoxas Orientales, con ocasión del 50ª aniversario de su institución, explicó que "el camino de reconciliación y de renovada fraternidad entre las Iglesias, admirablemente marcado desde el primer histórico encuentro entre el papa Pablo VI y el patriarca ecuménico Atenágoras, necesitaba también de experiencias de amistad y de compartir que nacieran del conocimiento recíproco entre exponentes de las diferentes Iglesias, y en particular entre jóvenes iniciados al ministerio sagrado".
Y al igual que Francisco, sus antecesores trabajaron y destacaron la importancia de la unidad de los cristianos. Tal y como Francisco recordó en una ocasión, Benedicto XVI afirmó que "la unidad no es principalmente fruto de nuestro esfuerzo, sino de la acción del Espíritu Santo el cual debe abrir nuestros corazones con confianza para que nos conduzca sobre las vías de la reconciliación y de la comunión". Así como el beato Juan Pablo II se preguntaba "¿cómo anunciar el Evangelio de la reconciliación, sin comprometerse al mismo tiempo a trabajar por la reconciliación de los cristianos?".
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