Todos conocen la situación de la cultura europea y las dificultades que encuentra la Iglesia para evangelizar a las nuevas generaciones. Hablar de religión/es en la Europa de hoy es realmente algo complejo. Frente a las cifras de pertenencia oficial tenemos la praxis personal y la práctica social (bautismos, matrimonios…), las creencias más profundas, toda una tipología de la experiencia religiosa vivida, que va del creyente convencido y coherente al ateo más radical.
Evidentemente los sondeos y las estadísticas no son la última palabra acerca de la vivencia religiosa de nuestros contemporáneos, pero no podemos ignorarlos. Los semáforos en Europa están parados en el rojo.
El Sínodo para Europa afirmaba que “el predominio cultural del marxismo ha sido sustituido por un pluralismo indiferenciado y fundamentalmente agnóstico o nihilista. (…) Es grande el riesgo de una progresiva descristianización del continente, hasta el punto de formular la hipótesis de una especie de apostasía del continente”.
Es evidente que, tanto la práctica religiosa como las creencias, son más débiles entre los jóvenes, los cuales viven siempre más alejados de la fe. “Se trata de una faja de la población… más herida por la secularización ambiental” (Lluis Oviedo). La evangelización se hace cada vez más difícil a causa de esta secularización de los ambientes. La ignorancia religiosa y los prejuicios que cada día los jóvenes absorben de ciertos medios de comunicación han alimentado en ellos la imagen de una Iglesia-institución conservadora, que va contra la cultura moderna, sobre todo en el campo de la moral sexual; por tanto, todas las ofertas religiosas son automáticamente desvalorizadas, relativizadas. El drama es la ruptura existente en la cadena de transmisión de la fe. Los espacios naturales y tradicionales (familia, escuela, parroquia) se revelan ineficaces, crece la ignorancia religiosa en las nuevas generaciones, y... continúa la emigración silenciosa extramuros de la Iglesia.
La ignorancia religiosa es casi absoluta
No es fácil definir la imagen que los jóvenes tienen de Dios, pero ciertamente el Dios cristiano ha perdido la centralidad frente a un Dios mediático que lleva a la divinización de las figuras del mundo del deporte, de la música, del cine. Los jóvenes sienten la pasión por la libertad y no se detienen ante los portales de las iglesias: piensan que la Iglesia sea un obstáculo para su libertad.
Frente a esta situación, ¿qué educación ofrecen las instituciones escolares y eclesiales? ¿Por qué la pregunta religiosa ha sido borrada del horizonte vital de los jóvenes? Juan Pablo II convocó a la Iglesia a una nueva evangelización lanzada con nuevo ardor, nuevo método y nuevas expresiones. Adolescentes y jóvenes son generosos por naturaleza y se entusiasman por las causas que valen. ¿Por qué Cristo ha dejado de ser significativo para ellos? La Iglesia debe aprender los lenguajes de los hombres de todo tiempo, etnia y lugar... evidentemente, tiene un “serio problema de lenguaje” que no le permite expresar en formas adecuadas la salvación que Cristo ofrece. En el fondo se trata de un problema de comunicación, de inculturación del Evangelio y de educación a la fe.
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1 comentario:
Pienso que se ha hecho un buen análisis.
¿Qué hacer?
Creo que hay que ir a los orígenes del cristianismo. y desde ahí oración y meditación compartida.
José Antonio Poveda
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