Los días 3 y 4 de junio, hemos realizado en nuestra parroquia de San Gerardo una peregrinación a Santiago de Compostela para ganar el jubileo.
Hemos participado 52 peregrinos. Algunos de ellos venían de otras parroquias del arciprestazgo e incluso de otras partes de Madrid. Nos acompañó el tiempo, pero aunque no lo hubiera hecho, no habría pasado nada, pues el buen espíritu que llevamos y disfrutamos entre todo, hubiera suplido perfectamente.
El primer día unos cuantos mas atrevidos (o con mas posibilidades) descendimos el “Monte do Gozo” hasta la Catedral de Santiago para cumplir con la última etapa de la peregrinación. Después de hacer nuestra respectiva cola para entrar por la Puerta Santa para dar el abrazo respectivo al Santo y encomendarle nuestras dificultades y nuestra parroquia, disfrutamos de una tarde hermosa compartiendo la vida y algún cafetillo que otro. Después de la cena una partidilla de tute (no todo debe ser tan espiritual) para los que no estaban cansados (o no bajaron andando el monte del gozo).
Al día siguiente, la mañana nos recibió, como la tradición manda, con niebla y nubes. Bajamos a la catedral para no quedarnos de pie y poder participar en la misa del peregrino, donde pudimos escuchar el nombre de nuestra parroquia entre los peregrinos presentes en la catedral. Aunque hay que decir que hay constancia, pues el padre Bernardo y un servidor nada mas entrar en la catedral nos pusieron a confesar a los peregrinos hasta comenzar la Eucaristía.
Bernardo y yo disfrutamos de esta eucaristía por lo familiar que pudo ser en medio de tanta gente y tanto jaleo. Bernardo (íntimo amigo del Arzobispo) tuvo la oportunidad de saludarlo y recordar brevemente los viejos tiempos y yo tuve el privilegio de proclamar el evangelio en la Eucaristía.
Después de comer y con nuestras respectivas bolsas llenas de viandas gallegas emprendimos el viaje de regreso. Este fue rápido, agradable, cultural y muy nutritivo. Rápido, pues tardamos menos de lo que esperábamos, agradable por la compañía, cultural por el recital de poesías a cargo de nuestro querido organizador Delfín y nutritivo, por los croissants que el otro organizador y encargado de logística nos regaló con tanto empeño.
Bueno pues eso que ya estamos planeando la próxima que no sabemos si a Roma o a Tierra Santa. Ya veis que aspiramos alto. Gracias a todos por vuestra colaboración y empeño por que el viaje saliera como ha salido. Genial.
Juan Carlos Arias González, párroco
Hemos participado 52 peregrinos. Algunos de ellos venían de otras parroquias del arciprestazgo e incluso de otras partes de Madrid. Nos acompañó el tiempo, pero aunque no lo hubiera hecho, no habría pasado nada, pues el buen espíritu que llevamos y disfrutamos entre todo, hubiera suplido perfectamente.
El primer día unos cuantos mas atrevidos (o con mas posibilidades) descendimos el “Monte do Gozo” hasta la Catedral de Santiago para cumplir con la última etapa de la peregrinación. Después de hacer nuestra respectiva cola para entrar por la Puerta Santa para dar el abrazo respectivo al Santo y encomendarle nuestras dificultades y nuestra parroquia, disfrutamos de una tarde hermosa compartiendo la vida y algún cafetillo que otro. Después de la cena una partidilla de tute (no todo debe ser tan espiritual) para los que no estaban cansados (o no bajaron andando el monte del gozo).
Al día siguiente, la mañana nos recibió, como la tradición manda, con niebla y nubes. Bajamos a la catedral para no quedarnos de pie y poder participar en la misa del peregrino, donde pudimos escuchar el nombre de nuestra parroquia entre los peregrinos presentes en la catedral. Aunque hay que decir que hay constancia, pues el padre Bernardo y un servidor nada mas entrar en la catedral nos pusieron a confesar a los peregrinos hasta comenzar la Eucaristía.
Bernardo y yo disfrutamos de esta eucaristía por lo familiar que pudo ser en medio de tanta gente y tanto jaleo. Bernardo (íntimo amigo del Arzobispo) tuvo la oportunidad de saludarlo y recordar brevemente los viejos tiempos y yo tuve el privilegio de proclamar el evangelio en la Eucaristía.
Después de comer y con nuestras respectivas bolsas llenas de viandas gallegas emprendimos el viaje de regreso. Este fue rápido, agradable, cultural y muy nutritivo. Rápido, pues tardamos menos de lo que esperábamos, agradable por la compañía, cultural por el recital de poesías a cargo de nuestro querido organizador Delfín y nutritivo, por los croissants que el otro organizador y encargado de logística nos regaló con tanto empeño.
Bueno pues eso que ya estamos planeando la próxima que no sabemos si a Roma o a Tierra Santa. Ya veis que aspiramos alto. Gracias a todos por vuestra colaboración y empeño por que el viaje saliera como ha salido. Genial.
Juan Carlos Arias González, párroco
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