Benedicto XVI da comienzo hoy a uno de los viajes más difíciles, y esperanzadores, de su pontificado. Su tercera visita a Alemania viene marcada por las protestas de grupos ateos y parlamentarios de izquierda, que ya han confirmado que no asistirán a su histórico discurso en el Bundestag. El escándalo de los abusos sexuales, que llegó a salpicar al hermano del Papa -y al propio Ratzinger, por una supuesta inacción ante un caso en su diócesis de Múnich-, también tendrá su impacto. Benedicto XVI se encontrará, como ya hiciera en Reino Unido o Malta, con víctimas de la pederastia clerical.
Sin embargo, el momento más impactante será el oficio religioso conjunto en la iglesia de monasterio de Erfurt, donde Martín Lutero ofició misa por primera vez.
Ante los principales líderes evangélicos alemanes, el Papa reivindicará la figura del fraile agustino, impulsor de la Reforma que acabó rompiendo en mil pedazos la Cristiandad ahora hace cinco siglos. "Otorgar a Dios un lugar central en la sociedad", es uno de los objetivos de la visita. Y para ello, sostiene el Papa, los cristianos han de mostrarse unidos en lo esencial. Para Benedicto XVI, Lutero fue un "buscador de la verdad", y se espera un reconocimiento de esta búsqueda, en público, delante de las autoridades luteranas de Alemania. Un gran paso para el ecumenismo.
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