La mañana del 20 de abril, a las 9,30 horas, el Papa llegó a Ground Zero, como se denomina ahora el lugar ocupado hasta 2001 por el complejo comercial y administrativo World Trade Center.
Durante el atentado terrorista del 11 de septiembre de 2001 que causó 2.896 víctimas, dos aviones se estrellaron contra las Torres Gemelas, los dos rascacielos más altos de Nueva York que formaban parte del complejo, destruyéndolas al igual que varios edificios anejos. En su lugar hay un enorme cráter profundo 80 metros y cercado (Ground Zero) donde hay plantada una cruz.
Benedicto XVI, acompañado por el cardenal Edward Egan, arzobispo de New York, entró en Ground Zero, donde le esperaban el alcalde de New York, Michael Bloomberg, los gobernadores de New York y New Jersey, respectivamente David A. Paterson y John Corzine, y veinticuatro personas en representación de las fuerzas que prestaron socorro durante el atentado del 11 de septiembre (bomberos y protección civil), diversos heridos y parientes de las víctimas.
El Santo Padre se arrodilló para rezar unos minutos en silencio, encendió una vela por las víctimas del atentado y posteriormente pronunció la siguiente oración:
"¡Oh Dios de amor, compasión y salvación!
¡Míranos, gente de diferentes creencias y tradiciones,
reunidos hoy en este lugar,
escenario de violencia y dolor increíbles.
Te pedimos que por tu bondad
concedas la luz y la paz eternas
a todos los que murieron aquí:
a los que heroicamente acudieron los primeros,
nuestros bomberos, policías,
servicios de emergencia y las autoridades del puerto,
y a todos los hombres y mujeres inocentes
que fueron víctimas de esta tragedia
simplemente porque vinieron aquí para cumplir con su deber
el 11 de septiembre de 2001.
Te pedimos que tengas compasión
y alivies las penas de aquellos que,
por estar presentes aquí ese día,
hoy están heridos o enfermos.
Alivia también el dolor de las familias que todavía sufren
y de todos los que han perdido a sus seres queridos en esta tragedia.
Dales fortaleza para seguir viviendo con valentía y esperanza.
También tenemos presentes
a cuantos murieron, resultaron heridos o sufrieron pérdidas
ese mismo día en el Pentágono y en Shanskville, Pennsylvania.
Nuestros corazones se unen a los suyos,
mientras nuestras oraciones abrazan su dolor y sufrimiento.
Dios de la paz, concede tu paz a nuestro violento mundo:
paz en los corazones de todos los hombres y mujeres
y paz entre las naciones de la tierra.
Lleva por tu senda del amor
a aquellos cuyas mentes y corazones
están nublados por el odio.
Dios de comprensión,
abrumados por la magnitud de esta tragedia,
buscamos tu luz y tu guía
cuando nos enfrentamos con hechos tan terribles como éste.
Haz que aquellos cuyas vidas fueron salvadas
vivan de manera que las vidas perdidas aquí
no lo hayan sido en vano.
Confórtanos y consuélanos,
fortalécenos en la esperanza,
y danos la sabiduría y el coraje
para trabajar incansablemente por un mundo
en el que la verdadera paz y el amor
reinen entre las naciones y en los corazones de todos".
Finalizada la oración, el Papa saludó a los familiares de las víctimas y a algunos supervivientes, así como a los miembros de los equipos de rescate, e impartió la bendición a los presentes.
"¡Oh Dios de amor, compasión y salvación!
¡Míranos, gente de diferentes creencias y tradiciones,
reunidos hoy en este lugar,
escenario de violencia y dolor increíbles.
Te pedimos que por tu bondad
concedas la luz y la paz eternas
a todos los que murieron aquí:
a los que heroicamente acudieron los primeros,
nuestros bomberos, policías,
servicios de emergencia y las autoridades del puerto,
y a todos los hombres y mujeres inocentes
que fueron víctimas de esta tragedia
simplemente porque vinieron aquí para cumplir con su deber
el 11 de septiembre de 2001.
Te pedimos que tengas compasión
y alivies las penas de aquellos que,
por estar presentes aquí ese día,
hoy están heridos o enfermos.
Alivia también el dolor de las familias que todavía sufren
y de todos los que han perdido a sus seres queridos en esta tragedia.
Dales fortaleza para seguir viviendo con valentía y esperanza.
También tenemos presentes
a cuantos murieron, resultaron heridos o sufrieron pérdidas
ese mismo día en el Pentágono y en Shanskville, Pennsylvania.
Nuestros corazones se unen a los suyos,
mientras nuestras oraciones abrazan su dolor y sufrimiento.
Dios de la paz, concede tu paz a nuestro violento mundo:
paz en los corazones de todos los hombres y mujeres
y paz entre las naciones de la tierra.
Lleva por tu senda del amor
a aquellos cuyas mentes y corazones
están nublados por el odio.
Dios de comprensión,
abrumados por la magnitud de esta tragedia,
buscamos tu luz y tu guía
cuando nos enfrentamos con hechos tan terribles como éste.
Haz que aquellos cuyas vidas fueron salvadas
vivan de manera que las vidas perdidas aquí
no lo hayan sido en vano.
Confórtanos y consuélanos,
fortalécenos en la esperanza,
y danos la sabiduría y el coraje
para trabajar incansablemente por un mundo
en el que la verdadera paz y el amor
reinen entre las naciones y en los corazones de todos".
Finalizada la oración, el Papa saludó a los familiares de las víctimas y a algunos supervivientes, así como a los miembros de los equipos de rescate, e impartió la bendición a los presentes.
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