martes, 2 de febrero de 2010

ORACIÓN ANTE EL CRISTO DE LA PARROQUIA DE SAN GERARDO - PUERTO PRINCIPE - HAITI



Y una semana antes, ¿por qué no?
Y unos meses o años antes, ¿por qué no?
Porque no interesaba. Porque total, qué más da.
Esta vez le tocó a Haití. Mañana, es previsible, que le toque
a Santo Domingo. Y científicos dicen que la falla de California está al caer.
Y que la tierra tiembla, se resquebraja. ¡Se cansa, oiga, se cansa!

Esta vez no importa la mejor o peor resolución de la foto;
importa la solución que entre todos les demos.
Esta capilla estaba en un colegio nuestro,
de los redentoristas, recién inaugurado.

Murieron... ya ni se sabe cuántos niños, niñas,
profesores, personal educativo.
Seguro que el colegio estaba hecho a conciencia y no
aguantó,
y ahora viene a sacudir nuestras adormecidas y
seguras conciencias,
que casi todo lo aguantan.
El terremoto ahora debe prolongarse en cada uno de
nosotros.
Y debe de ser de escala 10. Y que dure.

De lo contrario, dentro de unas semanas el
olvido, la indiferencia,
se apoderarán de nuevo de nuestras vidas ¡tan
ocupadas! ¡en tantas tonterías!
La cruz quedó semienterrada, como queriendo ser
señal de vida resucitada entre aquellos escombros y la
poca vida que quedaba.
Todo un símbolo de un pueblo que ya sufría y que
muchas veces dijo ¡basta!
Pero nadie les hizo caso.
¡Bah, eran revueltas callejeras, gentes insatisfechas,
rebeldes sin causa! ¡Total!
Y el mundo miraba hacia otro sitio.
Pero ahora ya no puede mirar sino a Puerto Príncipe, a
su gentes,
a sus muertos vivientes, a su tragedia cada día, cada
noche, cada mañana.
¿Dónde queda la esperanza?
¡Ah, Señor, esa cruz en medio de...!

¿Por qué no nos despertamos una semana antes,
unos meses antes para ayudar a este pueblo,
a otros pueblos que claman por las migajas
de nuestras mesas abundantes,
de nuestras calidades de vida sin alma...?
¿Por qué...?

J.A.S.
(Publicado en la revista "Escuelas Católicas", número enero-febrero 2010)

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