lunes, 8 de febrero de 2010

Sobre los Redentoristas en VIETNAM, carta del Superior General

Roma, Italia
26 de enero de 2010

Queridos Cohermanos, Hermanas, Asociados y amigos:

(...)
Quiero también comunicarles las últimas noticias recibidas sobre la situación en que se encuentran nuestros hermanos de Vietnam, especialmente los Redentoristas y los fieles de la parroquia de Dong Chiem (Hanoi). Recibí la consoladora noticia de que el Hermano Antonio está en casa recuperándose de las heridas sufridas. Parece que no le quedarán secuelas permanentes.

De otra parte, en sus noticiarios, los medios oficiales de comunicación social acusan a los Redentoristas de instigar las revueltas y comunican que el gobierno les ha impuesto grandes penas. Otras declaraciones de los medios de comunicación católicos informan, por el contrario, que los fieles fueron atacados y agredidos.

Los Redentoristas han exhortado a sus fieles y a todos los cristianos a que eviten la violencia y a que trabajen y recen por la paz. Han comenzado con la práctica en todas las celebraciones de rezar la oración de San Francisco ("Señor, hazme instrumento de tu paz"). Exhorto a todos los Redentoristas y asociados a que recen esta misma oración en solidaridad con nuestros cohermanos Redentoristas y con nuestras hermanas y hermanos católicos de Vietnam. Reproduzco al final de esta carta dicha oración.

El P. Vicente Pham Trung Thanh, Superior provincial, me ha escrito expresándome su gratitud por el apoyo recibido y por las oraciones de tantas personas. Se tienen celebraciones en todo Vietnam y en el mundo entero a fin de que el gobierno vietnamita garantice el ejercicio de la justicia.

Una vez más les agradezco sus oraciones y solidaridad. Que Jesús, Nuestro Redentor, continúe caminando con nosotros mientras nos esforzamos por llevar su Buena Nueva a los abandonados y a los pobres.

En Cristo Redentor,

Michael Brehl, C.Ss.R.
Superior General

Oración de San Francisco de Asís

"Señor, hazme instrumento de tu paz
Que allá donde hay odio, yo ponga el amor.
Que allá donde hay ofensa, yo ponga el perdón.
Que allá donde hay discordia, yo ponga la unión.
Que allá donde hay error, yo ponga la verdad.
Que allá donde hay duda, yo ponga la Fe.
Que allá donde desesperación, yo ponga la esperanza.
Que allá donde hay tinieblas, yo ponga la luz.
Que allá donde hay tristeza, yo ponga la alegría.
Oh Señor, que yo no busque tanto
ser consolado, cuanto consolar,
ser comprendido, cuanto comprender,
ser amado, cuanto amar.
Porque es dándose como se recibe,
es olvidándose de sí mismo como uno se encuentra a sí mismo,
es perdonando, como se es perdonado,
es muriendo como se resucita a la vida eterna”.

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