viernes, 14 de marzo de 2008

BREVES REFLEXIONES PARA EL TRIDUO PASCUAL

DOMINGO DE RAMOS... camino de las Palmas
Siempre hay alguien que aduce que la vida "no es un camino de rosas". La metáfora no es que consiga un buen efecto, porque aunque viéramos los pétalos, seguro que nuestros pies acabarían llagados de espinas.
Hay una camino forrado de palmas y ramos, que entra en Jerusalén. Es un camino marcado por las últimas pisadas de aquellos que vienen peregrinando desde lejos para poder hallarse en este lugar. Es la meta de los deseos.
El camino de las Palmas hace confluir en un mismo punto a gentes de diversas procedencias, todas ellas arremolinadas en torno a un Jesús en borriquilla que anuncia el Evangelio del Reino. Si caminamos con él durante el año, ¡qué menos que seguir sus pasos hasta el final! A partir de aquí cada uno ha de encontrar su propio destino y aceptarlo como voluntad de Dios. Ante nosotros se presenta la Vida y la Muerte. De lo que aquí comienza depende que nuestra vida sea bendición... o via crucis.

JUEVES SANTO... casa de Fulano
Está de moda una nueva forma de entender la cocina, con menos cantidad y muy buena presentación. Pero la comida, la pongan como la pongan, no es alimento suficiente: "no sólo de pan vive el hombre, sino de toda Palabra que sale de la boca de Dios".
La casa de Fulano seguramente no era ningún restaurante de moda. Pero su grastronomía es el verdadero alimento que fortalece la vida interior que transforma el exterior. Los entrantes tienen ingredientes de servicio y caridad: una palangana y una jofaina, una toalla y una espalda entrenada en agacharse. Los platos fuertes constan de pan y vino transformados en Aquel que los reparte. Dios se come. Y en esta mesa hay oportunidad de charlar mucho, de desvelar secretos, de hacer promesas, de fregar los platos, de brindar con la copa en alto.
En la casa de Fulano uno puede apoyar su cabeza sobre el pecho de Cristo y oír, a través de sus ropas, un corazón que late acelerado por hacer lo que Dios quiere... ¿Cómo late tu corazón? ¿Estás hambriento de Dios?

VIERNES SANTO... cerro de la Calavera
Subir a una montaña nos aporta la experiencia de contemplar la grandeza del universo. Desde lo alto, dominamos un inmenso paisaje que nos hace caer en la cuenta de lo pequeños que somos. Pero también disfrutamos del éxito de haber podido llegar hasta allí: hemos conseguido una proeza.
El cerro llamado "de la Calavera" no era un monte demasiado alto. El paisaje que desde allí se divisaba era la ciudad. Su pequeña altura era suficiente para hacer de escabel a la más atroz de las muertes, a la más terrible de las injusticias. Muchos llegaron a lo alto de este cerro, pero sólo uno alcanzó la visión más elevada: la que traspasa las nubes y llega hasta el Dios invisible: "Dios mío, Dios mío".
El cerro de la Calavera puede que sea la cúspide de todos los hilos que mueven el mundo, tan necesitado de un nuevo rumbo. Sobre esta pequeña cima, podemos dejarnos traspasar por una pasión lacerante: sólo quien entrega su vida por completo, ve la inmensidad brotando del costado de Cristo.

VIGILIA DE RESURRECCION... aldea de Emaús
Pequeña población donde apenas se puede parar a hacer noche. Aparentemente no hay mucho que ver. Lugar de paso, de Pascua. Emaús dejó de ser paso a ninguna parte cuando unos caminantes sufrieron allí un alegre desengaño: no es oro todo lo que reluce. Cualquier desconocido esconde el rostro de Dios.
No importa la evidencia, ni tampoco el nivel de conocimiento de las Sagradas Escrituras. Importa la sed, el hambre, el cansancio, y la necesidad de entender. Porque sólo se pasa de un lado a otro cuando el interesado se encuentra en la orilla, lleno de dudas y temores, buscando razones para cruzar al otro lado.
Porque así sucedió en Emaús: Jesús está al lado, pero sólo al levantar el pan y partirlo, se nos otorga el don de poder reconocerle y volver como locos a decir a los demás que lo hemos visto. Que es verdad: ¡que ha resucitado! Pero hay que caminar, fatigarse, volver, y celebrar una y mil eucaristías, pues en todas ellas siempre está escondido el Resucitado.

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