martes, 31 de enero de 2012

La consagración, instrumento de nueva evangelización

Ven y Sígueme lema de la Jornada Mundial de la Vida Consagrada

image El próximo día 2 de febrero, fiesta de la Presentación del Señor en el templo, la Iglesia ora y da gracias por quienes dedican su vida íntegra al servicio del Reino. Desde el año 1997, por iniciativa del beato Juan Pablo II, se celebra ese día la Jornada Mundial de la Vida Consagrada.

“En ese día miramos a la vida consagrada y a cada uno de sus miembros como un don de Dios a la Iglesia y a la humanidad”, afirma en la presentación de la Jornada monseñor Vicente Jiménez Zamora, obispo de Santander y presidente de la Comisión Episcopal para la Vida Consagrada.

“Juntos –añade- damos gracias a Dios por las Órdenes e Institutos religiosos dedicados a la contemplación o a las obras de apostolado, por las Sociedades de Vida Apostólica, por los Institutos Seculares, por el Orden de las Vírgenes, por las Nuevas Formas de Vida Consagrada”.

“La nueva evangelización, a la que nos convoca la Iglesia --afirma--, es principalmente un desafío espiritual para salir de la indiferencia. Depende, en gran medida, de la credibilidad de nuestra vida y de la convicción de que la gracia de Dios obra y transforma hasta convertir los corazones. La nueva evangelización requiere nuevos evangelizadores”.

Recuerda palabras del beato Juan Pablo II, en la exhortación apostólica Vita Consecrata: “Las personas consagradas, en virtud de su vocación específica, están llamadas a manifestar la unidad entre autoevangelización y testimonio, entre renovación interior y apostólica, entre ser y actuar, poniendo de relieve que el dinamismo deriva siempre del primer elemento del binomio”.

Y concluye con una cita del papa Benedicto XVI que, en el Encuentro con religiosas jóvenes, en la Jornada Mundial de la Juventud, al hablar de la radicalidad de la vida consagrada, les decía: “Queridas hermanas, este es el testimonio de la santidad a la que Dios os llama, siguiendo muy de cerca y sin condiciones a Jesucristo en la consagración, comunión y misión. La Iglesia necesita de vuestra fidelidad joven arraigada y edificada en Cristo. Gracias por vuestro 'sí' generoso, total y perpetuo a la llamada del Amado. Que la Virgen María sostenga y acompañe vuestra juventud consagrada, con el vivo deseo de que interpele, aliente e ilumine a todos los jóvenes”.

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