La "desorientación que caracteriza nuestras sociedades" es, para Benedicto XVI, "una de las consecuencias principales del olvido de Dios", y "se manifiesta en la soledad y la violencia, en la insatisfacción y en la pérdida de confianza, llegando incluso a la desesperación. Fuerte y clara es la llamada que nos llega de la Palabra de Dios: 'Maldito quien confía en el hombre, y en la carne busca su fuerza, apartando su corazón del Señor. Será como un cardo en la estepa, no verá llegar el bien'"
Por eso el Papa anima a los jóvenes a esforzarse en «una nueva evangelización, que ayude a las nuevas generaciones a descubrir el rostro auténtico de Dios». Eso requiere ser "pacientes y perseverante", algo que, admite el Papa, va contra la tendencia natural de la etapa juvenil. Benedicto XVI pone como modelo a seguir a San Pablo, "un joven como vosotros, de unos veinte o veinticinco años", que encontró la esperanza no en una idea, sino en una persona: Jesucristo.
Y para encontrarse con Él, el Papa vuelve a proponer a los jóvenes los caminos de siempre: la Palabra de Dios hecha vida, la oración personal y comunitaria, la participación en la liturgia y los sacramentos: "Hay muchas formas para familiarizarse con Él; hay experiencias, grupos y movimientos, encuentros e itinerarios para aprender a rezar y de esta forma crecer en la experiencia de fe. Participad en la liturgia en vuestras parroquias y alimentaos abundantemente de la Palabra de Dios y de la participación activa en los sacramentos".
El Domingo de Ramos el Pontífice entregará la Cruz de los Jóvenes a una delegación de chicos y chicas de Madrid y la cruz de madera de cuatro metros de alto empezará a viajar de ciudad en ciudad hasta el encuentro de 2011 en España.
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