Encendemos, Señor, esta luz
en este primer domingo de Adviento,
para mantenernos despiertos y en pie,
como centinelas avispados,
ante el Hijo del Hombre que viene,
el Futuro glorioso que nos aguarda,
a despertar nuestra débil y adormilada esperanza.
Despiértanos, Señor, para avistar a los desesperados de la vida,
para poder ver a los que sólo esperan cosas menores que ellos mismos,
para entrever a los que no tienen
o perdieron la ilusión en Ti
para divisar a los que tienen su futuro cargado de dudas e increencia…
Señor, para que en nuestro entorno seamos testigos claros de tu luz
y motivos creíbles de esperanza, ¡Maranatha!, ¡ven, Señor, Jesús!
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