viernes, 19 de junio de 2009

NOVENA AL PERPETUO SOCORRO, sábado 20

Tema: Puertas abiertas para compartir.

Grupos: Asociación para la Solidaridad, Tercer Mundo y PJVR. (Envío Misionero)
Canta: Coro de jóvenes.
REFLEXIÓN (P.Laureano del Otero, cssr)

1. Una de las cosas que deben cambiar en la Iglesia

Una de las cosas que debe cambiar en la Iglesia son las puertas cerradas. Hay muchas iglesias con un horario muy corto de apertura. ¿A dónde vamos a ir si necesitamos orar, sentirnos en paz, pasar unos minutos en silencio, o encontrar un poco de socorro y protección? Dios es una presencia tan necesaria en la vida del creyente que siempre deberíamos tener las puertas abiertas de las iglesias.

2. Las puertas de nuestra parroquia: entrada

Durante la Cuaresma habéis hecho un camino hacia la Pascua ayudándoos de los símbolos de la puerta principal. Ellos os dieron acceso a la experiencia de Jesús resucitado. La puerta es siempre un acceso, una entrada, o una salida, según se mire.

Aquí, en este lugar, se sientan muchas personas sin salida o que desean entrar en una vida diferente. Aquí venimos como mendigos que están a las puertas, pidiendo al Señor entrar en la vida nueva que nos propone. Y hasta Cristo mismo es mendigo: tuvo hambre y sed (sobre la cruz), estuvo desnudo (cuando fue despojado de sus vestiduras), fue forastero (en Egipto), estuvo en la cárcel (en el pretorio).

María hoy nos abre la puerta para socorrer a los de cerca, porque son Cristo. Ella sostiene en su mano a un Jesús que también ocupa las puertas de las Iglesias, y los bancos, y todos esos espacios donde uno busca entrar en una vida nueva.

3. Compartir como hermanos: salida

También son puertas de salida. Compartir es no acomodarnos a los esquemas de este mundo. Es decir que lo importante es la relación, no la frontera, no la distancia, no el idioma. Lo importante es lo que cada uno es delante de Dios. El otro no es solo mi hermano, mi ‘igual’: es Dios.

Quien no comparte acumula, y se atora, se llena, y no le cabe más. J. L. Martín Descalzo distingue entre persona vaso, canal y fuente. Para compartir hay que dejar mucho espacio a Dios en la vida, y arriesgarse a lo inútil, lo incomprendido, lo que se pierde para siempre, lo que no da nada a cambio. Hace falta lo que tenía María: ¡¡¡valentía!!! ¿Dónde has aprendido tú a compartir?

Y el mismo Cristo nos abre el camino a un amor universal, que no se queda en localismos pequeños, sino que derriba fronteras fabricadas por los hombres, para demostrar que el mundo no tiene límites ni vallas ni cercados tras su resurrección.

No hay fronteras para quien desea amar. No hay fronteras para quien desea aliviar el sufrimiento ajeno y la pobreza lacerante que destruye la felicidad y el futuro.

Como somos personas generosas, hemos encontrado cauces para que nuestro amor sea práctico, para que nuestra debilidad muestre la fuerza del compartir como una bomba que destruye injusticias que nos duelen, porque afectan a personas queridas por nosotros. Les queremos, aún sin conocerles.

4. Una parroquia que abre puertas lejos de la parroquia

Esta Parroquia ha visto como muchos misioneros redentoristas han cruzado el mar para llevar a misiones el amor de Dios y el icono del Perpetuo Socorro de la Madre de Dios. Otros, como el padre Guillermo, han venido aquí a compartir.

También nuestra parroquia ha enviado voluntarios misioneros rompiendo los límites parroquiales, convencidos de que también podemos ayudar a los de lejos: ¿recordáis sus nombres? Somos una parroquia realmente misionera que ha establecido dos enormes puentes de solidaridad:

+ la oración: dialogando con Jesús hemos descubierto una manera nueva de organizar nuestra vida y el mundo, y lo vamos poniendo en práctica en la comunidad parroquial,
+ asociación para la solidaridad y las acciones parroquiales, con tercer Mundo y los Jóvenes: Una marcha en Adviento, un festival en Navidad, una cena solidaria, un pincho solidario… compartir y abrir las puertas.

Pequeños gestos que un día darán fruto como mundo futuro y reino de Dios. Esto es resucitar: la transformación de la muerte en vida. ¡Gracias! Jesús dijo: “dadles vosotros de comer”: ¡qué bien lo hacéis!

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