El día 1 de enero, a las 10,00, en la basílica vaticana, el Santo Padre presidió la celebración eucarística en la solemnidad de Santa María Madre de Dios y con ocasión de la XLII Jornada Mundial de la Paz, cuyo tema en 2009 es: "Combatir la pobreza, construir la paz”.
Comentando en la homilía el tema de la Jornada Mundial de la Paz, el Papa explicó que existe, por una parte, “la pobreza elegida y propuesta por Jesús, y por otra, la pobreza que hay que combatir para que el mundo sea más justo y solidario”.
“El nacimiento de Jesús en Belén -dijo- nos revela que Dios eligió la pobreza para sí mismo en su venida en medio de nosotros. (...) El amor por nosotros empujó a Jesús no sólo a hacerse hombre, sino a hacerse pobre”.
Sin embargo, añadió, existe “una pobreza que impide a las personas y a las familias vivir según su dignidad; una pobreza que ofende la justicia y la igualdad y que, como tal, amenaza la convivencia pacífica”.
El Papa recordó que en el mensaje de este año había vuelto a denunciar, “frente a las plagas difundidas, como las enfermedades pandémicas, la pobreza de los niños y la crisis alimentaria, la inaceptable carrera armamentística”, y refiriéndose al fenómeno de la globalización, dijo que es necesario que las naciones “se esfuercen por mantener alto el nivel de la solidaridad”.
Comentando en la homilía el tema de la Jornada Mundial de la Paz, el Papa explicó que existe, por una parte, “la pobreza elegida y propuesta por Jesús, y por otra, la pobreza que hay que combatir para que el mundo sea más justo y solidario”.
“El nacimiento de Jesús en Belén -dijo- nos revela que Dios eligió la pobreza para sí mismo en su venida en medio de nosotros. (...) El amor por nosotros empujó a Jesús no sólo a hacerse hombre, sino a hacerse pobre”.
Sin embargo, añadió, existe “una pobreza que impide a las personas y a las familias vivir según su dignidad; una pobreza que ofende la justicia y la igualdad y que, como tal, amenaza la convivencia pacífica”.
El Papa recordó que en el mensaje de este año había vuelto a denunciar, “frente a las plagas difundidas, como las enfermedades pandémicas, la pobreza de los niños y la crisis alimentaria, la inaceptable carrera armamentística”, y refiriéndose al fenómeno de la globalización, dijo que es necesario que las naciones “se esfuercen por mantener alto el nivel de la solidaridad”.
Benedicto XVI preguntó si “estamos preparados para leer la actual crisis económica en su complejidad, como desafío para el futuro y no sólo como una emergencia a la que dar respuestas a corto plazo. ¿Estamos dispuestos a hacer juntos una revisión profunda del modelo de desarrollo dominante, para corregirlo de forma concertada y a largo plazo?. Lo exigen, en realidad, antes que las dificultades financieras inmediatas, el estado de salud ecológica del planeta y, sobre todo, la crisis cultural y moral, cuyos síntomas son evidentes desde hace tiempo en todo el mundo”.
“Para combatir la pobreza inicua, que oprime a tantos hombres y mujeres y amenaza la paz de todos, es necesario redescubrir la sobriedad y la solidaridad, como valores evangélicos y al mismo tiempo universales. No se puede combatir eficazmente la miseria”, si no se “reduce el desnivel entre quien derrocha lo superfluo y quien no tiene siquiera lo necesario”, afirmó.
“También la violencia, también el odio y la desconfianza son formas de pobreza -quizá las más tremendas- que hay que combatir”. En este sentido, expresó “también la fundada esperanza de que, con la sabia y previsora contribución de todos, no será imposible escucharse, encontrarse y dar respuestas concretas a la difundida aspiración a vivir en paz, en seguridad y dignidad”.
“Para combatir la pobreza inicua, que oprime a tantos hombres y mujeres y amenaza la paz de todos, es necesario redescubrir la sobriedad y la solidaridad, como valores evangélicos y al mismo tiempo universales. No se puede combatir eficazmente la miseria”, si no se “reduce el desnivel entre quien derrocha lo superfluo y quien no tiene siquiera lo necesario”, afirmó.
“También la violencia, también el odio y la desconfianza son formas de pobreza -quizá las más tremendas- que hay que combatir”. En este sentido, expresó “también la fundada esperanza de que, con la sabia y previsora contribución de todos, no será imposible escucharse, encontrarse y dar respuestas concretas a la difundida aspiración a vivir en paz, en seguridad y dignidad”.
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