Grupos: Pastoral de la Salud. (Ofrenda de Flores)
Canta: Coro de jóvenes.
REFLEXIÓN (P.Laureano del Otero)
1. Los milagros existen
Este icono tiene una larga historia “milagrosa”. Según la leyenda, fue robado de Creta, de una humilde iglesia, porque destilaba un óleo milagroso que utilizaban las gentes para su sanación. El ‘ladrón’ quiso reservarse esta imagen para sí, sobre la cama de su alcoba. El icono dejó de manar aceite, como dejando claro que sólo se da a todos, y no colabora con el egoísmo y la manipulación.
Cuando por fin pudo recibir culto público, durante el traslado de la habitación de la familia del ladrón a la iglesia de San Mateo en Roma, varias curaciones se dieron lugar, entre ellas la de personas paralíticas. La primera copia del icono oficial que llega a España trae consigo el certificado de un milagro en Huete (Cuenca), al niño Lucas.
¡Qué pequeñas son sus manos comparado con lo que nos da! No da piedras y serpientes -símbolo de la dureza y la crueldad humana- sino aquello que sus hijos queridos necesitan. Si nosotros, que somos malos, damos cosas buenas a nuestros hijos… cuánto más nos dará la que nos dio al Salvador del mundo.
2. María no solo recibe, también da
María no solo recibe el amor y la redención de Dios, sino que se ha convertido en eterna Madre, en dadora de vida y transmisora de la salud, el perdón, la alegría y la salvación de su Hijo Cristo. Ella, como decíamos, hace unos días, es una persona fuente, un manantial del que fluye con total claridad el amor de Dios derramado en Cristo. Ella verdaderamente presta oído a nuestras llamadas de socorro, y nos lo asegura enseñándonos cómo lo hace con su propio Hijo, un Dios poderoso que se hace débil como nosotros.
Por eso podemos, y debemos, pedir: Dios nos da, se nos da a través de ella. Es necesario orar sin desfallecer, pedir, buscar y llamar a las puertas de Dios, renovando una verdadera esperanza en él. ¿Cómo no va a hacer caso a su Madre si la ha puesto como Madre nuestra para siempre?
3. Llamadas de socorro
Realmente es Perpetuo Socorro, porque nos escucha siempre. Ella ve como a Jesús le acechan el dolor, la injusticia, la crueldad, el sinsentido de la traición. A ella le presentamos los males que necesitan auxilio y ayuda:
El mal de este cuerpo nuestro, del que nos hacemos una idea tan perfecta que cuando algo falla fácilmente perdemos la sensatez y el aguante.
El mal interior, la debilidad de la mente, la confusión, la dificultad de dominar nuestro carácter.
El mal del corazón, creyendo en el perdón pero no perdonando a algunas personas, heridos por nuestros pecados.
María socorre, porque escucha. Porque ella sabe mejor que nadie que Dios se ha fijado en su pequeñez, en su humildad, para obrar milagros. Tras esa mirada de su icono se esconde un desafío: ¿y si tú también escuchas conmigo?
Este icono tiene una larga historia “milagrosa”. Según la leyenda, fue robado de Creta, de una humilde iglesia, porque destilaba un óleo milagroso que utilizaban las gentes para su sanación. El ‘ladrón’ quiso reservarse esta imagen para sí, sobre la cama de su alcoba. El icono dejó de manar aceite, como dejando claro que sólo se da a todos, y no colabora con el egoísmo y la manipulación.
Cuando por fin pudo recibir culto público, durante el traslado de la habitación de la familia del ladrón a la iglesia de San Mateo en Roma, varias curaciones se dieron lugar, entre ellas la de personas paralíticas. La primera copia del icono oficial que llega a España trae consigo el certificado de un milagro en Huete (Cuenca), al niño Lucas.
¡Qué pequeñas son sus manos comparado con lo que nos da! No da piedras y serpientes -símbolo de la dureza y la crueldad humana- sino aquello que sus hijos queridos necesitan. Si nosotros, que somos malos, damos cosas buenas a nuestros hijos… cuánto más nos dará la que nos dio al Salvador del mundo.
2. María no solo recibe, también da
María no solo recibe el amor y la redención de Dios, sino que se ha convertido en eterna Madre, en dadora de vida y transmisora de la salud, el perdón, la alegría y la salvación de su Hijo Cristo. Ella, como decíamos, hace unos días, es una persona fuente, un manantial del que fluye con total claridad el amor de Dios derramado en Cristo. Ella verdaderamente presta oído a nuestras llamadas de socorro, y nos lo asegura enseñándonos cómo lo hace con su propio Hijo, un Dios poderoso que se hace débil como nosotros.
Por eso podemos, y debemos, pedir: Dios nos da, se nos da a través de ella. Es necesario orar sin desfallecer, pedir, buscar y llamar a las puertas de Dios, renovando una verdadera esperanza en él. ¿Cómo no va a hacer caso a su Madre si la ha puesto como Madre nuestra para siempre?
3. Llamadas de socorro
Realmente es Perpetuo Socorro, porque nos escucha siempre. Ella ve como a Jesús le acechan el dolor, la injusticia, la crueldad, el sinsentido de la traición. A ella le presentamos los males que necesitan auxilio y ayuda:
El mal de este cuerpo nuestro, del que nos hacemos una idea tan perfecta que cuando algo falla fácilmente perdemos la sensatez y el aguante.
El mal interior, la debilidad de la mente, la confusión, la dificultad de dominar nuestro carácter.
El mal del corazón, creyendo en el perdón pero no perdonando a algunas personas, heridos por nuestros pecados.
María socorre, porque escucha. Porque ella sabe mejor que nadie que Dios se ha fijado en su pequeñez, en su humildad, para obrar milagros. Tras esa mirada de su icono se esconde un desafío: ¿y si tú también escuchas conmigo?
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